la Setaigües de Jaume I


Introducción Histórica

El rei Jaume I “el Conqueridor” estando aún en el asedio de Valencia, donó a Roderic de Liçana los castillos y villas de Buñol, Montroi y Macastre el 27 de abril de 1238. Se reservó para sí, por su posición estratégica, la Villa de Siete Aguas (por aquel entonces Setaigües). Roderic de Liçana los donó el 29 de septiembre de 1241 al Mestre de la Ordre de Cavallers de l’Hospital, Frare Hug de Folcadier.

Los territorios de Siete Aguas volvieron a manos del rey Jaume, que los dio a su amante (mujer no legítima) Berenguel·la Ferrandis, y un hijo bastardo (natural) que tuvo con ella llamado Pere Ferrandis, que más tarde heredó la Baronía de Híjar, en 1260. El 17 de noviembre de ese mismo año otorgaron Carta Puebla a favor de Miquel Pere de Portaguerra y otros 30 caballeros para que repoblaran Siete Aguas, convirtiéndola en una isla de cristiandad a fuero de Valencia en una comarca habitada casi exclusivamente por musulmanes y regida por las leyes islámicas.

Desde ese mismo instante y hasta nuestros días Siete Aguas-Setaigües ha luchado por mantener viva las raíces de su fundación como villa valenciana y ha conservado un interesante patrimonio histórico, artístico y etnológico que a continuación os presentamos con el fin de que todos los que vivimos y amamos Siete Aguas podamos sentirnos orgullosos de nuestras raíces y de nuestra identidad.

La Villa de Siete Aguas-Setaigües en los tiempos de Jaume I


El Palacio de los Señores de Híjar y del Caballero  Menaguerra


Ya nombrada en la Carta Puebla otorgada como hemos dicho el 1260, este palacio pertenecía en un primer momento a los Señores de Híjar, Berenguel·la Ferrandis y Pere Ferrandis de Híjar, que en el momento de otorgar Carta-Puebla lo concedieron al caballero de su estricta confianza, Miquel Pere de Menaguerra. El Palacio de Menaguerra se encuentra en la parte baja de la actual Plaza de la Constitución, justo en la entrada de la calle de la Iglesia. Aunque notablemente reducido y reformado es el único edificio de planta medieval que todavía resiste en Siete Aguas. En su momento este palacio enfrentaba con las casas del moro Romeu, con el camino de Castilla por la Arrabal y con la acequia y con la Puerta de la Villa que estaba junto a la esquina de la actual Avenida de la Fuente. Entre esta parte de la muralla y el Palacio de los Portaguerra, estaba el huerto de dicho Palacio, conocido popularmente como el Jardín del Reino (porque en su interior pasaba la acequia de la Jordana y se encontraban toda clase de árboles frutales y aromáticos, recordándonos a la fisonomía de los jardines árabes). Junto a este huerto se hallaba el horno de pan-cocer, que se aún se conservó hasta mediados del siglo XIX. Sobre el solar del antiguo horno y los del citado huerto, se edificaron las tres casas que forman la fachada noroeste de la Plaza de la Constitución.


En este Palacio, donde aún se conservan muchas dependencias y herrajes y puertas de la época, si bien todo muy deteriorado , vieron la luz insignes hombres del apellido Portaguerra o Menaguerra como los fundadores del Monasterio de San Onofre de la Orden de Predicadores en Museros o del Hospital de Menaguerra o En Conill para peregrinos o transeúntes, por el año 1393, que estaba situado en la Calle Carniceros de Valencia.



La Ermita de Santa Bárbara y San Blas

Según cuenta la tradición, la Ermita de Santa Bárbara de Siete Aguas fue levantada por mandato directo del rey Jaume I en conmemoración de una horrorosa  tormenta que le sorprendió al regresar de Requena de entrevistarse con su yerno Alfonso X El Sabio en el año 1273, como bien recuerda la Crònica o Llibre dels Feits escrita por Jaume I:

“(…) E puis venc-nos ardit que el rei de Castella se vulia veer ab nós entre Requena y Bunyol; e nós responsen-li que ens plaïa. E eixim a ell per reebre-lo, per cor que nós li mostrasen el Regne de València. E eixim a ell a Bunyol, e puis al camí de Requena (a Setaigües), e reebem-lo be a gent, a ell e a la Regina e molt alegrament honrada. (…)”
Ya en término de Siete Aguas y ante la tremenda tormenta que les sorprendió se detuvieron en un corral de ganado, único albergue que por los contornos existía, y allí se refugiaron , durante la mayor furia de esta tormenta. En agradecimiento por el hallazgo de aquel refugio y para librar a Siete Aguas de los daños de sucesivas tormentas se elevó aquel ermitorio en honor a Santa Bárbara, designándola copatrona de Siete Aguas.

Fue tanta la devoción que consiguió dicha Ermita e imagen, que, en vista del número de campesinos y marchantes que allí oían misa, el Arzobispo autorizó en 1689 la celebración de una misa de madrugada en la Ermita. Durante las guerras con Francia en el siglo XIX, esta Ermita fue destruida en combate y más tarde restaurada en el año 1816.

Ya en el siglo XVII cuenta la leyenda que una epidemia de “garrotillo” causó grandes estragos en los niños de Siete Aguas, y que en una fría noche del 3 de febrero, San Blas obró un milagro apareciéndose en una casa de Siete Aguas, vestido de peregrino y consiguiendo sanar a un niño enfermo. Desde ese momento, la devoción por Santa Bárbara fue perdiendo popularidad y la Ermita fue dedicándose cada vez más a la devoción de este obispo y mártir.

El habla de Siete Aguas

La lengua hablada en la comarca de la Hoya de Buñol-Chiva, ha sido erróneamente encasillada dentro de las comarcas de raíz aragonesa y castellana, pero según muchos estudiosos como es el caso de J. Hadwinger los pueblos de esta comarca fueron en un principio catalanohablantes y después sufrieron una progresiva castellanización debido a las frecuentes repoblaciones del norte de Castilla, a la expulsión de los moriscos y su situación fronteriza con el Reino de Castilla a través del altiplano de Requena-Utiel. Según las últimas teorías aceptadas por la romanística internacional la primera repoblación efectuada por Jaume I en Siete Aguas daría lugar a una población cristiana de mayoría catalana. El ejemplo más claro es el de los pobladores de Siete Aguas que en su mayoría eran catalanes (Guillem i Arnau de Santalínia; Pere i Arnau Català; Simó, Romeu i Bertran d’Oriol; Guillem d’Orta o Arnau Matheu, entre los otros 30).
Con el tiempo Siete Aguas se ha ido castellanizando pero en el habla tradicional todavía encontramos estructuras valencianas como las perífrasis verbales “tener gana” (calco del valenciano “tindre gana” en lugar del castellano “tener hambre”) y “hacer gozo” (calco del valenciano “fer goig” en lugar del castellano “dar gozo”. Otro ejemplo serían los pronombres “tu” i “mi” que se declinan exactamente igual que en la sintaxis catalana y aragonesa: “me voy con tu” o “vente con mi” serían buenos ejemplos”.  Pero es en el léxico donde la herencia del valenciano-catalán se deja sentir con más fuerza, en los años 80 aún el 90% del léxico vehicular de Siete Aguas presentaba una fuerte castellanización de palabras valencianas: prunas, albercoquero, cagarnera, berzas, escullera, estijeras, corbella, quijal,  tiebles o adaza, serían buenos ejemplos.